“Disertación entre el valor del querer y el deber.”

mayo 13, 2015 0 Comments A+ a-


Escribí este pequeñito ensayo para Deontología, le puse una conclusión a modo de que cumpliera los requerimientos y lo que "la materia enseña", sin embargo, no estoy totalmente segura de que así sea.
Pensé que la real solución era aferrarse a la subjetividad del hedonismo y no introducirse demasiado en la influencia social, pero estos días me han ocurrido un par de cosas que me refutaron la idea y quedo aún sin conclusión, o con una más bien con una bastante ambigua.
Le invito a leerme y generar una conclusión propia.

ENSAYO: ÉTICA Y FORMACIÓN PROFESIONAL:

“Disertación entre el valor del querer y el deber”.

Es una analogía reciproca la frase popular “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” con el hecho de que uno no conoce la banalidad de lo que quiere hasta que lo obtiene.
Cultural y socialmente se nos asignan ideales de lo correcto, de lo que proporciona estatus, de lo 'bueno para nosotros', de todo lo necesario y lo elevado: pero ¿qué pasa cuando obtenemos eso y sin embargo, no nos gratifica? Por el contrario, resulta tedioso y falso el tener que mantenerlo.
Pero es lo bueno, es lo necesario, es lo que "te conviene".
Entonces tal vez catalogaríamos al 'bien' como subjetivo y cada quién debería buscar el propio, lejos de paradigmas sociales.

¿Y entonces qué se debe hacer? Porque dentro del hedonismo podríamos pensar en el bien subjetivo como la única forma de proceder, pero como seres sociales y políticos deberíamos apegarnos a las normas y al bien común o a lo que nos han dictado, que es generalmente lo que hacemos por más subversivamente que queramos actuar.

Como menciona Adolfo Sánchez Vázquez en el capítulo ‘Moral e Historia’:
“La moral sólo puede surgir—y surge efectivamente—cuando el hombre deja atrás su naturaleza puramente natural, instintiva, y tiene ya una naturaleza social; es decir, cuando ya forma parte de una colectividad (gens, varias familias emparentadas entre sí, o tribu, constituida por varias gens).

Como regulación de la conducta de los individuos entre sí, y de éstos con la comunidad, la moral requiere forzosamente no sólo que el hombre se halle en relación con los demás, sino también cierta conciencia— por limitada o difusa que se de esa relación a fin de poder conducirse de acuerdo con las normas o prescripciones que lo rigen”.
Es decir, es necesario adaptarse a lo establecido y esto haría perder la libertad y el poder elegir el beneficio que se le asigna a las cosas y los valores. Se dejaría a la sociedad y entorno concebir la normativa y forma de actuar, y en caso de la sociedad capitalista en que estamos inmersos, los valores del “tener” estarían sobre cualquier otro, incluso decidiendo nuestro proceder (quizá involuntariamente) más que nosotros mismos, y entonces elegiríamos lo que nos “es conveniente” sobre lo que queremos hacer.

Dicho desde el positivismo en la ética, el bien y el mal subjetivo procede de decisiones “irracionales” por surgir de la parte emocional, como menciona J Vidal Bota, y entonces tendríamos que apegarnos estrictamente a lo “racional”. Podríamos incluso crear un fervor falso para apasionarnos por lo que es generalmente correcto, por conseguir un buen estatus social por medios donde el valor del tener es predominante y sugestionarnos para lograr que eso nos guste.

Pero volviendo al hedonismo y catalogando como principales los valores del ser, podríamos dirigir nuestra vida en base a lo que queremos, actuando conforme sentimos y cuestionando nuestros actos con una ética propia. Por poner un ejemplo: en casi de que una persona disfrute el arte  y quiera dedicarse íntegramente a ello, ¿debería proceder así? ¿O estudiar una carrera que genere mayores ingresos para en el futuro conseguir mayores bienes? (teniendo en cuenta el paradigma establecido de que las carreras de esa área no producen suficiente remuneración en la sociedad nacional).

En Así Habló Zaratustra, F. Nietzsche, hace una analogía del espíritu humano con un camello, un león y un niño. Al hablar del león, dice que el espíritu se transforma en este para luchar con el dragón de “tú debes” proclamando un “yo quiero” y defendiéndolo con la fiereza del felino; dice entonces: 

“Pero el león tampoco es aún capaz de crear valores nuevos, más si puede con su poder conquistar la libertad necesaria para la creación nueva. El león es necesario para conquistar la libertad y para proponer la libertad y para proponer una divina negativa, crearse un no sagrado incluso frente al deber. Adueñarse del derecho de crear nuevos valores para un espíritu de carga y sumiso que es la conquista más terrible. Equivale a robar, algo propio de los animales de rapiña. En otros tiempos el espíritu amaba el “tú debes” como lo más sagrado; ahora, en cambio, tiene que descubrir el engaño y la arbitrariedad e incluso en lo más santo, para que su amor sea realmente libre.”
Aclarando que debemos imponer lo que queremos con lo que debemos, resultar de hecho tan poderosos como un león al defender nuestros ideales.

Entonces tenemos la pareja de oposición del querer contra el deber.
Pero también dice Fernando Savater en su ensayo Las Preguntas de la Vida:

“Siendo como somos en cuanto humanos fruto de ese contagio social, resulta a primera vista sorprendente que soportemos nuestra sociabilidad con tanto desasosiego. No seríamos lo que somos sin los otros pero nos cuesta ser con los otros. La convivencia social nunca resulta indolora. ¿Por qué? Quizá precisamente porque es demasiado importante para nosotros, porque esperamos o tememos demasiado de ella, porque nos fastidia necesitarla tanto.”

Aludiendo a la necesidad de desarrollarnos en un medio social y adaptarnos a este.

Por lo tanto y en forma de conclusión, determino que para solucionar un dilema de este estilo, se debería acudir a la auto conciencia y mediante esta, encontrar un punto medio.
Adecuarnos al medio social, pero teniendo en cuenta siempre los ideales propios y no dejarlos de lado, no entregarnos del todo a determinadas causas y dedicar tiempo a nuestra familia y a nosotros mismos, esto teniendo siempre en cuenta lo efímero que resulta el tiempo que vamos a vivir.

¿Qué opinas?