LEJANÍAS
He abandonado un tiempo el blog, no tengo pretextos, simplemente lo hice.Escribí esto en uno de los momentos más difíciles de mi vida. Cada letra de este texto me ha dolido hasta las lágrimas, pero estoy creciendo ahora. De antemano gracias por leer. :)
Como buena nueva para mis cercanos, ya estoy yendo con el psicólogo como tanto estuvieron insistiendo. De la experiencia, nada importante, salvo que me dejó de tarea escribir los motivos que me llevaron a un tiempo pantanoso en que me hundía y volvía tan frágil y cada vez más débil. Yo ya lo he escrito tantas veces que hasta me sé la historia de memoria. Aun así, y aunque me duele tanto-tanto recordarlo, me decidí a escribirlo de nuevo.
Pero cuando estaba comenzando, me di cuenta de que no puedo. No quiero, no ya, no hoy, yo no. Me recosté en una cama suave que albergó mi sueño un ratito, momento de quiebre. Almohada de desenfadado para descansar y permanecer y olvidar y descender. Tanta tranquilidad me calmó el corazón de más, la bruma de la indiferencia me dejó ciega.
¿Cómo puedo explicar que ya nada me importa? No me interesa nada, no quiero nada. Siento toda mi pasión y mi amor ferviente tan apagado, tan ausente. Me asusta sentirme tan vacía, no encontrar algo que por sí mismo me motive a vivir, a pensar que no me duele tanto la frustración, que no me siento atrapada en un ciclo que nunca termina.
A dejar de pasar los días deseando que se terminen, que se haga de noche, que pueda irme a dormir para desaparecerme, perderme.
O para irme.
Quiero irme. Sólo irme. Estoy dando lo mejor de mí para irme.
Estoy trabajando duro en todo esto porque no quiero volver, no quiero sentir de nuevo que no pertenezco a ningún lado. Que he perdido a todos mis amigos, que me he perdido a mí misma.
"Ocupa tu mente", me dice mi papá.
Lo hago, pero eso no me quita toda esta desazón, este odio que me nace del estómago. Aunque me ocupe toda la semana, cada hora. Aunque pare de comer y de dormir para ocuparme más.
El lunes no puedo, el martes tampoco, miércoles el día entero, jueves, viernes impensable, sábado el francés, mis domingos ya entregados. Estoy trabajando, estoy dando todo. Mi vida entera, mi tiempo, mis ojos y mis dedos. Todo para ocuparme, para alejarme.
Pero sigo aquí, con los pies enterrados en tierra infértil, sin saber hacia dónde moverme. Me lacera hasta respirar. Estoy muy cansada y nunca me siento descansar, cada vez más débil, más lejos de lo que quisiera ser. Perdiendo todo, perdiendo el tiempo. Me aterra pensar en llegar a ser vieja y pensar en cómo he desperdiciado este tiempo, en cuánto pude hacer y las oportunidades que he dejado pasar porque nunca me he sentido lo suficientemente capaz para hacer algo grande.
He pensado tanto en cuánto quisiera volver el tiempo para no arruinar todo lo que he arruinado desde que tengo memoria. Quisiera cerrar los ojos y al abrirlos estar de nuevo en ese día. A los cinco, a los diez, a los quince, a los veintiuno, en cualquier punto que me hubiera permitido cambiar todo esto. Pero después de pensarlo tanto me detengo: regresar el tiempo sería tener que esperar más para poder irme. No quiero quedarme a esperar, no quiero esperar, ya no demorar.
Yo ya no quiero, no puedo, ya no lo tolero. No quiero estar aquí.
Desde los seis años, nunca he pertenecido. En donde me pare me miran y piensan que soy un monstruo, les doy miedo porque hablo solo lo necesario y no sé expresarme, yo creo que pueden advertir en mis ojos cuán cansada estoy, cuán lejos ya estoy de aquí. Nadie quiere ser amigo de alguien como yo, ustedes piensan que soy muy valiente, pero más bien soy bastante estúpida y parezco temeraria porque no tengo nada que perder.
Además de tener que lidiar con la soledad que yo misma me busqué, me pongo en mente cuán insignificante soy en un mundo en que nada importa. Entonces levantarme en la mañana es espantoso, enfrentarme conmigo misma (a veces gano y otras no) y tomar la fuerza para hacer todo de nuevo.
Otra vez, otra vez, otra vez, otra vez. Ya no quiero ir, ya me quiero ir. Siempre he sido muy liviana, ¿por qué no puedo dejar que el viento me lleve y ya?
Y es que lo que me divertía ya me fastidia. Antes me sentía bien perdiéndome un poco, dejándome en manos de algo más, a ver qué pasa. Ya no puedo, ya no me tolero, las noches de salir me estresan porque no paro de pensar en que ya me quiero ir y el estrés me provoca ronchas que lo hacen aún más insufrible.
Perdón a mis amigos, creo que hemos tomado caminos diferentes. Me muero por verlos avanzar y acepto que algunos se hayan querido ir. Es una estupidez no dejarlos ir. No dejarte ir. No me olvido y quisiera que tampoco ustedes. Que tampoco tú.
Pero está bien, yo ya estoy muy cansada de llorar y de quererlos retener. No importa. Lo que pasa es que me creí lo de que esto era para siempre, pues sí, soy bastante estúpida, ya está claro. Los quiero mucho. Espero que todos estén bien porque no reservo en mi corazón más que las buenas memorias y todo el amor que sentí.
Gracias por estar mientras aprendí y crecí, pero yo creo que ya no pueden venir conmigo, me pesan demasiado y no puedo avanzar para irme si además me detengo a llorar cada que sienta que los necesito.
Como siempre, la esperanza es el peor de los males y como tal, la tengo. Yo creo, creo, creo que hay un lugar donde pertenezco y debo estar. No quiero tardarme más.
Ya me quiero ir.
Estoy trabajando con el corazón.
Estoy dando todo.
Para irme.
1 comentarios:
Write comentariosLa vida es un concierto que para muchos va desafinado. En esta vida hay negras, blancas y corcheas, también gordas, se mi corcheas y otras un tanto raras, menos usuales, casi satánicas, son como monstruos. Las personas son como notas, algunas desafinan con nuestra partitura, no van a nuestro ritmo y desconciertan nuestro tempo, la música es literatura y es vida, desconozco la literatura tanto como la música y la música como a la vida. Escondrijos descubiertos entre tonadas y mutas, los dolores que dan vida son intervalos musicales, el resto solo son escalas tonales, a las que llamamos arpegios. Para algunos, los monstruos son necesarios y el no entender como darle forma a tu obra y lo mal que suena al inicio, son solo interludios, de tras de cada error tonal, se esconde un lindo acorde. Algunas veces necesitas silencios y cortes, para encender cual es el ritmo, para obras lentas y para otras el tiempo es insuficientes. Cordialmente, uno strano essere ... une autre souris. :)
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