Escrituras III
[3]
10 ENERO 2015
Cuando tengo conciencia de mis sentidos, de mi realidad, de
mi pasión y de mi cuerpo, me hundo en la inmensidad de lo que puedo conocer y tener,
y lo mediocre y limitado que he hecho mi mundo y mi cotidianidad.
Me conformo con poquito de todo, soy demasiado floja como para encarar mis conflictos; demasiado floja y aún más tonta, porque las oportunidades me abordan y abrazan y yo conformista sigo navegando en la marea turbia.
Me aíslo en la subjetividad, porque la relaciono, cuando me es conveniente, con mi extraordinaria libertad, sin embargo, soy incapaz de admitir la objetividad del error y por eso nado en rabia, insomnio y demás vicios.
A lo nuevo se le aplican reglas y secuencias nuevas ¿de qué sirve hacer lo mismo dos mil veces?
Parece que traigo tatuada la Soledad, y no se me olvida que Camila dijo que yo no sé lo que es enamorarse de verdad.
Pero sí sé, estoy enamorada de tu arte y de mi dolor, de tus memorias y de mi destrucción, y me da la impresión de que el tiempo y el destino se han consumido todo, lo bueno y malo, y ya con trabajo me acuerdo quién era yo el año pasado a ésta hora.
Las almas artistas se enervan con el arte casi de forma exclusiva.
Mientras te escuchaba pintar con cinco pinceles y diez dedos, escribía en mi mente todo lo que estás a punto de leer.
Deseaba retratarte en letras, para volverte tan inmortal como tu ego te hace pensar que eres. Ya aprendí a ser arte y por eso ya no te siento ídolo, no te siento tan enorme que podrías pisarme.
Estoy muy jodida. Y no es que me falte corazón, más bien es que tengo demasiado y de repente se desborda y no sé dónde queda.
Te dejo penetrar en mí porque es lo que disfruto.
En mi cuerpo, mi corazón, mi mente, mis letras, mi vida, mi cinismo.
Me ahogo, me auto destruyo para huir de mí misma y de ti y de todo, huir de la vida que no sé vivir, me gusta llevar todo al máximo.
Me da miedo que ya no te tengo miedo. Nací para ser otra cosa, quién sabe qué, pero otra cosa.
Soy como hoja en el río y voy para donde la corriente me lleve, así, con la pata lastimada.
Y pinto y pinto, siempre con el corazón de prioridad, pensando en ustedes, “musos”, pensando en mí, “demonio”. Quiero crecer donde tú creces, y más allá, lejos de ti.
Me pregunto si en realidad quiero salir de este infierno que yo misma he creado y en que me he sumergido, porque ¡a mí lo que me gusta es el pinche caos!
Me conformo con poquito de todo, soy demasiado floja como para encarar mis conflictos; demasiado floja y aún más tonta, porque las oportunidades me abordan y abrazan y yo conformista sigo navegando en la marea turbia.
Me aíslo en la subjetividad, porque la relaciono, cuando me es conveniente, con mi extraordinaria libertad, sin embargo, soy incapaz de admitir la objetividad del error y por eso nado en rabia, insomnio y demás vicios.
A lo nuevo se le aplican reglas y secuencias nuevas ¿de qué sirve hacer lo mismo dos mil veces?
Parece que traigo tatuada la Soledad, y no se me olvida que Camila dijo que yo no sé lo que es enamorarse de verdad.
Pero sí sé, estoy enamorada de tu arte y de mi dolor, de tus memorias y de mi destrucción, y me da la impresión de que el tiempo y el destino se han consumido todo, lo bueno y malo, y ya con trabajo me acuerdo quién era yo el año pasado a ésta hora.
Las almas artistas se enervan con el arte casi de forma exclusiva.
Mientras te escuchaba pintar con cinco pinceles y diez dedos, escribía en mi mente todo lo que estás a punto de leer.
Deseaba retratarte en letras, para volverte tan inmortal como tu ego te hace pensar que eres. Ya aprendí a ser arte y por eso ya no te siento ídolo, no te siento tan enorme que podrías pisarme.
Estoy muy jodida. Y no es que me falte corazón, más bien es que tengo demasiado y de repente se desborda y no sé dónde queda.
Te dejo penetrar en mí porque es lo que disfruto.
En mi cuerpo, mi corazón, mi mente, mis letras, mi vida, mi cinismo.
Me ahogo, me auto destruyo para huir de mí misma y de ti y de todo, huir de la vida que no sé vivir, me gusta llevar todo al máximo.
Me da miedo que ya no te tengo miedo. Nací para ser otra cosa, quién sabe qué, pero otra cosa.
Soy como hoja en el río y voy para donde la corriente me lleve, así, con la pata lastimada.
Y pinto y pinto, siempre con el corazón de prioridad, pensando en ustedes, “musos”, pensando en mí, “demonio”. Quiero crecer donde tú creces, y más allá, lejos de ti.
Me pregunto si en realidad quiero salir de este infierno que yo misma he creado y en que me he sumergido, porque ¡a mí lo que me gusta es el pinche caos!
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