“Pasados mil años, un diablo nos pregunta con cara de circunstancia si sufrimos todavía. Le contestamos que la parte de rutina es mucho mayor que la parte de sufrimiento. “

~Virgilio Piñera

¿Ha valido la pena?

Estoy cansada de dar vueltas en la misma senda en donde mis pies ya están acostumbrados a cada roca, a cada desnivel, a cada recodo.
La propia voracidad de mi cuerpo me atrabanca y traiciona, ojalá no fuera una mujercilla tan visceral, ojalá que me funcionara tan ávido el cerebro como el corazón.
No quise mentir más de lo necesario, pero se vuelve ineludible la necesidad una vez que uno ha empezado. Así que pego los párpados, y en mi ojo izquierdo hay una mancha a contraluz ¿cómo funciona esto de los ojos manchados? ¿pueden los demás advertirlo en mis ojos negruzcos como tierra fértil?

Me elevo abrazada por estupefacientes de algún color secundario y música psicodélica o melancólica, mientras realizo mi actividad preferida: recordar. “Del recuerdo nace la literatura”, dijo el profesor de Hispanoamericana citando a Proust.
Se me podrá olvidar todo pero nunca pierdo el escozor en el corazón que me ha causado: de lo que no recuerdo historia, invento una, lo creo nuevamente.
Tenso el cuerpo mientras veo dos Paulinas, pero una no soy yo, me relajo y aun así ahí sigue la bendita. ¿Te vas a quedar? Le pregunto con voz tenue y espero por Dios que ni siquiera me conteste.
Me deshago poco a poco, me desmorono y dejo a la catástrofe actuar, no me interesa la veracidad de lo que hablo o escribo, me interesa hablar y escribir, comunicarme aunque mienta, comunicarme aunque no sienta. Inventarme vida, porque carezco de actual enardecimiento.
Estoy extinta.