La Existencia no es la Necesidad
"La realidad es un presente perpetuo. Presente, nada más que presente
las cosas son en su totalidad lo que parecen, y detrás de ellas
no hay nada.
Yo me saco de la nada a la que aspiro; el odio, el asco de existir son otras tantas maneras de hacerme existir, de ahí la ironía y tragedia de ese paródico: existo porque pienso.
Pero tengo miedo de lo que va a nacer, de lo que va a apoderarse e mí, ¿y arrastrarme a dónde?
Siempre es demasiado tarde o demasiado temprano para lo que uno quiere hacer.
Veo el encadenamiento riguroso delas circunstancias. He cruzado mares, he dejado atrás ciudades y he remontado ríos; me interné en las selvas buscando siempre nuevas ciudades. He tenido mujeres, he peleado con individuos, y nunca pude volver atrás, como no puede girar un disco al revés. ¿Y adónde me lleva todo aquello? A este instante, a esta banqueta, a esta burbuja de claridad rumorosa de música.
Ya no veo nada; es inútil que hurgue en el pasado, sólo saco restos de imágenes y no sé muy bien lo que representan, ni si son recuerdos o ficciones.
Sueño basándome en palabras. Construyo mis recuerdos con el presente."
~Jean Paul Sartre
Hace unas semanas compré “La Metamorfosis” de Kafka en el
tianguis que todos los miércoles se pone afuera de mi casa. Me costó diez
pesos (compré también el Popol Vuh en el mismo precio).
Pero Kafka como Sartre.
Ambos tienen una escritura tan poderosa que, en lo personal, logra llegar a inhóspitos lugares del propio subconsciente; y para ser sincera, estuve deprimida tanto en “La Náusea” como en “La Metamorfosis”.
Peor aún, el libro que compré traía algunos otros cuentos de Kafka que, en ocasiones, me hicieron llorar de rabia ya que están perfectamente dispuestos para leer varias veces por lo breve de su extensión.
“Un Artista del Hambre” y “Buitres” me noquearon de un montón de formas posibles.
Pero Kafka como Sartre.
Ambos tienen una escritura tan poderosa que, en lo personal, logra llegar a inhóspitos lugares del propio subconsciente; y para ser sincera, estuve deprimida tanto en “La Náusea” como en “La Metamorfosis”.
Peor aún, el libro que compré traía algunos otros cuentos de Kafka que, en ocasiones, me hicieron llorar de rabia ya que están perfectamente dispuestos para leer varias veces por lo breve de su extensión.
“Un Artista del Hambre” y “Buitres” me noquearon de un montón de formas posibles.
En “Buitres”, conocemos la desesperación de una persona (uno mismo, tal vez, porque está narrado en primera persona) que tiene un buitre siempre picándole los pies, él no se aleja ni trata de ahuyentarlo, simplemente lo tolera a pesar del dolor y tedio.
Recordando un poco los consejos de mi papá, recuerdo que me decía cuando yo era más chica y no quería bañarme, que muchas veces las personas preferimos soportar un mal a tener la voluntad y fuerza de hacerlo un lado.
“Uno no hace lo que debe, incluso aunque sepa que le conviene” decía cuando se enteraba que yo no entraba a una que otra clase.
Eso es tratado en la historia, porque para el lector sería muy fácil pensar que el personaje puede deslindarse de su rol de victima porque es lo “evidente”, sin embargo en muchas ocasiones nosotros somos “victimas” y damos vueltas en el mismo error por falta de voluntad o temor, por conformismo o mediocridad, porque no sabemos vivir de otra forma.
Posteriormente, en el cuento, un hombre aparece y propone darle un tiro al buitre, pero debe ir a su casa a buscar el fusil. El personaje herido, responde que está “indefenso” y que no sabe si podrá tolerar hasta entonces, menciona incluso que pensó torcerle el cuello al animal, pero estuvo inseguro, ya que los buitres son animales muy fuertes.
Ante muchas situaciones es posible vernos débiles, frágiles, dispuestos a morir, totalmente ajenos a la ayuda exterior y sumidos en una miseria autogenerada.
Impetuosa autodestrucción que funge como fe para los melancólicos.
Es preferible elegir sentir dolor y autocompasión, porque es más sencillo que salir de vicios estúpidos, costumbres insulsas y sentimentalismos banales.
Ante muchas situaciones es posible vernos débiles, frágiles, dispuestos a morir, totalmente ajenos a la ayuda exterior y sumidos en una miseria autogenerada.
Impetuosa autodestrucción que funge como fe para los melancólicos.
Es preferible elegir sentir dolor y autocompasión, porque es más sencillo que salir de vicios estúpidos, costumbres insulsas y sentimentalismos banales.
Finalmente, antes de que el hombre pueda llegar con el fusil, el buitre, debido a que había escuchado la conversación entre ambos personajes, encaja el pico en la boca del protagonista, matándolo, pero este, sin embargo, siente una enorme tranquilidad ya que el buitre también muere ahogado en la sangre de su garganta.
Entonces ¿qué es necesario para poder tomar conciencia de la propia vida y evitar ser asesinado por los propios problemas, temores y obstáculos, que al final, mueren con uno mismo porque somos quienes los alimentan?
Está es mi apreciación del cuento, recordemos que Kafka es un surrealista y podemos encontrar variedad de explicaciones y significados a su obra, así que te invito a construir la propia.
He de ser un poquitín de masoquista, porque ahora estoy leyendo “El Proceso” que me tiene igual de abatida y agobiada, me gustaría posteriormente escribir sobre él.
¿Qué opinas?