Carta a mi Dicha

noviembre 10, 2012 0 Comments A+ a-







"Pues todas esas cosas han pasado y se han repetido durante los años que vivimos juntos y todas las rabias que he hecho me han llevado a comprender mejor que te quiero más que a mi propia piel"

~Frida Kahló 








Te escribo porque me hace falta,esperando sinceramente no caer en redundancias ni en excesos.
Te escribo sin esperar nada a cambio, nada más porque tantito alegre me ha de poner purgarme de malogras.
Te escribo con sueño y sin ideas; pero con harto entusiasmo, que a veces pienso que es lo único que tengo.
Estoy aquí, toda insidiosa y con la consciencia más inmoral que nunca en la vida.
Ya terminé de estar angustiada, ya desde hace muchos días; a mi eso no me queda. Para comiencitos de noviembre (si no es que antes) el cinismo se devoró todo sentimiento de error o tropiezo.
Tengo los pies, los dedos y el corazón fríos. Es el clima, supongo.
He de hablarte de eso mismo, del clima; que parece que me ha robado el alma.
La verdad es que lo he estado adorando; no sé qué tan masoquista me hace el hecho de disfrutar los dolorínes de extremidades semicongleadas que me provoca.
Ya ni me acuerdo muy bien del noviembre pasado, pero sé que quizá el clima era parecido. Recuerdos difusos, recuerdos innatos.
Siendo yo poseedora ajena de otros ciertos recuerdos, me hostigan como propios o probablemente peor. Sinceramente creo que peor. Mis recuerdos al menos a veces me dejan de doler.
Las cosas bajo distintos contextos cambian; eso no es algo nuevo que pueda decirte. Es algo bien cierto y bien cruel.
Como cambia la calidez del usual y simple cliché de manifestación romántica, aquel de colisión de labios; ante la hora de la tarde, el día, el interlocutor o la cantidad de hormona que a uno le inunda la sangre.
Yo esto no tenía planeado escribirlo, pero me desborda la mente con desidia e irónica intriga; con algo de inquietud y recelo. Vengo como a confesarme, no a pretender conquistar.
No tengo ganas de reservarme esto y dejar que se me pudra en el cerebro como ha pasado con otra ideas que me he ya intentado suprimir. Vomita y te curas de la panza; escribe y te curas del cerebro.
"Así que ¿por qué está mi corazón roto?"
¿Qué tan tonto es detestar a alguien que no conoces? ¿Incordiar a alguien que sabes traicionado? ¿Pretender algo equivoco? ¿Vengar lo que aún no ha ocurrido?
Me lastima ser tan inestable, hasta tiemblo en las noches. ¿Qué es lo que quiero?
Sí no sé lo que quiero, al menos sé lo que no.
No admito estupidez adolescente alguna más que la propia, la demás me enferma; no es que sea asocial, es que a mi no me sirve la tolerancia. Me sirve el silencio, eso sí, y eso a veces; porque luego a la gente le ofende mi escasa prudencia. Soy bruta para eso de la vida real.
El contexto actual de todo lo que he escrito me está haciendo burbujas en el estómago. A una no le dan ganas de aferrarse a algo que le provoca tal tipo de tedio.
¿Cuándo se te va a ti a decolorar ese diciembre antiguo de abuso innecesario de maquillaje, de cuando tú más bien estabas entre que presente entre que inexistente para mi. Para ellos no sé, imagino que escoltándolos, en el que andábamos por los mismos rumbos pero bien alejados?  
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos."
Sigue aquella impregnada en tu voz y éste presente en mi memoria con su cabello que le conozco terrible desde hace cuatro-cinco años.
A mi trabajo no me cuesta borrarme el pasado, a mi se me va de la mente y ya, contrario pues, a él como tatuajes le perduran, y ni escándalo le hacen.
Ni siquiera sé qué pasó esos días, ni en mi vida ni en la otra de la que te hablo. Cierto es que no debería importarme; pero ya ves como soy de dramática.
Como sea, aunque mi papá diga que "lo que no es en tu año no es tu daño" a mi eso no me convence.
Soy silenciosa, pero cáustica. Pistola sin munición.
Sin munición y sin calificación en Cálculo Integral. Ando reprobando a lo purito pendejo, pero eso no es ya una novedad, eso es siempre; pero se torna ahora un poco más complicado porque estoy a medio año de salir. Según. Tú estás ausente en Cálculo ¿para qué entro?
Bueno ya, olvida lo pasado, ya no te acuerdes de aquel ayer.
En recientes noticias, no tengo libro actual que leer; comencé Clemencia de Ignacio Manuel Altamirano y me pareció tan burdo como si me hubiese obligado a leerlo Martha Reyes. No he leído un libro donde me salgas entre las letras, donde adore yo por eso su contenido.
Fui a ver In Wonderland: Mujeres Surrealistas al Museo de Arte Moderno. Bien que me conoces si auguras que me encanto, sin embargo poco la disfruté realmente, la vi demasiado rápido.
Se me andan acabando ya las ideas, aunque la verdad es que tenía ninguna, más que la simple intención de escribirte una carta, mi querida dicha y titularla sosamente tal cual.
Y es que te digo andas bien lejana de mí; te me acercas poquito cuando me pongo un filtro entre los labios y le absorbo el humito. Pero es ese vicio de aquellos que no tienen a quién besar, leí por ahí; bueno, igual ni es vicio para mi, creo yo. Ignoro yo.
Tengo muchas ganas de pelear; estoy loca. Loca y fría; insoportable.

Ya me voy, me arde la garganta.

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