La Maga

febrero 20, 2014 0 Comments A+ a-

Homme Horacio, homme, mon homme. Horacio:
Te escribo porque no sabes leer. Sí supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes.
Algún día te habría tenido que hablar sobre nuestro viaje a Montevideo, Argentina, o tan solo a alguno de los hoteles que albergan nuestras noches ávidas de París. Parece increíble que 'alguna vez', Horacio.
No estoy triste, tu Lucía es una mujer fuerte.
He vuelto a mis pensamientos vacíos e insustanciales sobre Alejandre, el del ojo en la espalda; tú sabes quién es, he hablado de él un par de veces contigo y tú tienes tu propia némesis, Pola; versión femenina de él. Odio la afición a los gatos de ambos, nacidos para significar y odio la insistencia de quedarse, de permanecer tan fervientes como mi melancolía violeta. 
Horacio, llorar así es idiota.
Cuando hayas llegado ya estará todo este desorden limpio, pero primero tenía que escribirte. Todo se pone gris y borroso, ni siquiera escucho a la chica de cabello ondulado cantar. Cuando estemos juntos de lo contaré.
Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas...
Pola.
La conozco así sin conocerla, sin haberla visto demasiado.
Estoy segura que es una mujer hermosa, lo sé por los ojos que tenías después de hablar con ella, volvías como un fósforo cuando se lo prende y le crece de golpe todo el pelo, apenas dura un segundo pero es maravilloso,una especie de chirrido, un olor a fósforo y esa llama enorme que después se estropea.
La traías metida en el cabello, temblabas de ella, te lavabas de ella. Estaba ella en tu chamarra, en la piel de tu cuello, en tu manera de mirar.
O cuando te desnudas y de tu piel va saliendo ella como ectoplasma y yo me aguanto las ganas de llorar pensando que en casa de Pola yo nunca emergería de ti así.
Hay una cosa que se llama tiempo, Horacio. Es un bicho que anda y anda. Consume.
Me aterra, me hace dormir mal y me hace sentir cómo me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho, dónde ya no estás. ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente?
Nunca aprendo, siempre sigo igual de tonta que al comienzo y por eso desespero a todos: no sé pensar y me empequeñezco frente a Pola que piensa todo el tiempo.
No me importa nada de ti a veces y creo que eso me lo agradecerás un día  cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy.
Eres como un vaso de agua en la tormenta.
Ya no lloro, estoy contenta.

*
Híbrido dadaísta de los capítulos 32 y 27 (que son junto con el 1, 7 y 21 mis favoritos) de Rayuela de Julio Cortázar. Le agrego surrealismo escribiendo mi propio nuevo capítulo sin línea secuencial narrativa y en sí, sin sentido estricto.
Terminé el libro ya de una de las primeras formas (del capítulo 1 al 56 y prescindiendo del resto) y sólo puedo decir que es dostoievskamente asqueroso y simpático a la vez.

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